5.25.2015

ANTONIO PÉREZ GÓMEZ: EL HOMBRE QUE AMABA LOS LIBROS


Por Pascual Gómez Yuste, miembro del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd.  Artículo aparecido en El Mirador.

Desde La Sierpe y el Laúd, este artículo como sentido homenaje a quien fue uno de los hombres más ilustres de Cieza que, además de sus méritos personales, une a éstos un amor desmesurado por la Literatura, de ahí nuestra admiración.

No debe de resultar fácil montar una editorial de libros raros y curiosos, ni sacar tiradas muy cuidadas, numeradas y restringidas, ni aún menos realizar ediciones facsimilares de obras valiosas y prácticamente inaccesibles. Pero lo realmente excepcional y meritorio es hacerlo en un pueblo a finales de los años 40 del siglo XX. Esa editorial, entre las mejores del mundo, existió: era netamente ciezana y la creó hace 66 años el bibliófilo, erudito y abogado Antonio Pérez Gómez (Cieza, 1902-1976). 

Se llamaba ‘…la fonte que mana y corre’ y convirtió a su artífice en el mayor editor privado del mundo. El prestigio uno se lo tiene que ganar cada día, y Pérez Gómez lo consiguió a lo largo de su vida como abogado, erudito y –tal vez su faceta más apasionante- como editor. Su labor fue de largo recorrido. Muy largo. Llevó más de veinticinco años recopilando mediante microfilmación los restos de un patrimonio bibliográfico a punto de diluirse en el olvido. 

Sin duda alguna, uno de los motores de su vida fue el sello editorial. Era lo que se llamaba una ‘editorial de un hombre solo’. Magnífico bibliófilo, comprometido y apasionado por su profesión, editó un total de 123 publicaciones y 43 pliegos de literatura murciana de cordel como material anejo a la revista ‘Monteagudo’. Ávido lector, a su casa de la calle del Cid llegaban paquetes casi todos los días de librerías de Madrid, Paris, Londres o Viena.

Desde que aprendió a leer y descubrió en los libros esa mágica facultad de enriquecer la vida humana y ensanchar los límites de la vida, Pérez Gómez quedó atrapado por las palabras. A la temprana edad de 15 años ya era un “gran bibliófilo” según el célebre historiador Ramón Carande y Thovar (Palencia, 1887-1986). Y es que amaba los libros y soñaba con ser editor. Sabía que simplemente tenía que seguir sus sueños. A los 47 años, Pérez Gómez conseguía publicar su primer título.

Fue el principio de una carrera generosa, con libros de enjundia histórica agrupados en las siguientes series: ‘Libros raros de poesía de los siglos XVI y XVII’, ‘Reproducciones facsimilares de ejemplares únicos’, ‘Obras fuera de serie’, ‘Incunables poéticos castellanos’, Colecciones de romances’, ‘Ediciones conmemorativas’, ‘Libros sobre libros’, Duque y marqués’, ‘Pliegos conmemorativos de Navidad’ y ‘El ayre de la almena’. 

Pérez Gómez es uno de los murcianos más relevantes del siglo pasado. Su trayectoria está llena de destellos de una de las más brillantes personalidades de su tiempo. Francisco Javier Díez de Revenga ha sido de los pocos que se han encargado de rebuscar en su esquiva biografía hasta levantar acta de una existencia apasionante: “Queda así plasmada en una dilatada labor que, desde los años cuarenta, vino ejerciendo con tesón hasta lograr, sin buscarlo ni desearlo, un prestigio internacional sin precedentes entre nosotros”.

Desde el punto de vista personal, necesariamente ha de recordársele como un gran humanista e intelectual, lo que evidenciaba en todas las facetas de su vida. Y es que en su juventud fue ese hombre sin numerar que se entrega a la aventura de vivir. Resultaba envidiable escucharle narrar acontecimientos de su biografía por la intensidad de sus vivencias y por sus relaciones con grandes celebridades de nuestro país como Gerardo Diego, Ramón Menéndez Pidal, José María Cossío, Pérez de Ayala o Camilo José Cela.

Todo lo anterior no significa que Pérez Gómez careciera de talento profesional: lo tuvo como abogado, pero lo tuvo aún más como escritor, historiador y bibliófilo, tres campos en los que destacó de forma sobresaliente. Tenía una inagotable curiosidad por los libros y llegó a alcanzar un extraordinario saber enciclopédico que, unido a su espléndida biblioteca privada, fue haciéndole vislumbrar una nueva aventura profesional, la editorial. 

Este ilustre ciezano inició su periplo vital despertando su amor por los libros, y la terminó inspirando a la gente de todo el mundo a entregarse a ellos. A partir de entonces se convirtió en un bibliófilo de gran prestigio, comparable a esos otros que venían del mundo anglosajón o francés. Siempre orgulloso de su origen murciano, otro de sus grandes amores fue su ciudad natal. Conviene no olvidar a una persona así. Un legado singular en el país del sexto pecado capital.

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